Es habitual decir que la falta de recursos agudiza el ingenio. La Liga no ha necesitado estrujarse las neuronas en exceso, simplemente ha potenciado más un clásico recurso de emergencia: su fútbol base.
Perfecto para completar plantillas cortas, también como inversión e incluso para gozar de buena reputación transmitiendo los valores que comporta, el fútbol base era el comodín de los equipos de Primera. Pero ahora mismo queda ya muy lejana la época de la Liga de las Estrellas. El bipartidismo se ha instalado y las deudas y la crisis reclaman otro tipo de gestión.
En este contexto aparece Oliver Torres en el Atlético de Madrid. Es verdad que el club colchonero ha invertido en fichajes, pero nadie pone en duda que la mayor atracción es ahora mismo su canterano.
El propio jugador reconoce que su juego bebe de dos fuentes de innegable calidad como son Andrés Iniesta y Xavi Hernández. Sus movimientos con o sin balón, sus múltiples recursos para jugar fácil y deshacerse del rival siempre con elegancia y, por supuesto, su visión de juego, hacen de Oliver Torres un digno sucesor de los dos cracks del Barça.
La aparición de Torres también coincide con la Selección Española más «jugona» de la historia y e FC Barcelona con los canteranos más brillantes, entre ellos Leo Messi, considerado por muchos el mejor jugador del Mundo.
Otro caso. El casi arruinado Málaga cuenta ahora con Joaquín, pero también con el prometedor Isco y, sobretodo, el camerunés de sólo 16 años Fabrice Olinga, que se convirtió en el goleador más joven de la historia de la Liga.
Dicen que las crisis generan nuevas oportunidades. Normalmente estas oportunidades se identifican también como antídotos y el fútbol base claramente es uno de ellos